Aprendí a Callar

by Yndira Cespedes Gomez

De niña, veía las idas y venidas vespertinas de mi abuelo, vistiendo sombrero negro, pantalones almidonados y chacabana blanca.

A diario, salía a las tres de la tarde y siempre por la puerta del frente, que luego Abuela cerraba con cuidado. Los días de fiesta no eran la excepción.

Regresaba justo a las seis, para escuchar la misa en el pequeño Telefunken, el viejo radio de pila que mi bisabuelo le había regalado el día de su boda con abuela.

Mi abuela lo esperaba ya hincada frente a la descolorida imagen del Corazón de Jesús. Ella era una fiel devota del Corazón de Jesús.

Con prisa, abuelo se quitaba el sombrero y se hincaba a su lado. Con los ojos cerrados, se persignaba y, fervientemente, rezaba: «En el nombre del Padre, del hijo y del…». Y así, por una hora, uno al lado del otro, seguían los rituales de la misa católica.

Tenía nueve años cuando una tarde, con algarabía, le pregunté a mi abuela: «Abuela, por qué nunca vas de paseo con Abuelo?»

—Muchacha entremetía, vete a jugar y deja de hacer preguntas —farfulló. Confundida, me fui a jugar. Pero desde entonces aprendí a callar. Al verla allí sentada en la destartalada silla de guano, mientras Abuelo iba y venía.

Las horas se derretían lentas como la miel. Mientras ella fumaba un pachuche, los días de primavera se desvanecían entre las bocanadas de humo. Y sus ojos lentamente iban perdiendo su lustre.

De adolescente, un otoño volví a la casa de mis abuelos. Había un funeral. Mi abuelo había muerto. Y allí, inclinada sobre su féretro con los ojos llenos de lágrimas, fue que conocí a mis tíos, David y Pedro.

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Yndira Cespedes Gomez is a Dominican-born writer. She studied at Manhattan Community College, Pace University, and Bellevue University. Yndira is composing her debut collection of prose, scouring her youth's magical ventures.